Al finalizar el año escolar, he visto como muchos padres publican en las redes sociales las calificaciones de sus hijos, con notas de gran gozo y orgullo por el éxito obtenido y las buenas calificaciones, pero entre mis conocidos que lo hicieron, hubo una que llamo fuertemente mi atención; pudieran pensar que fue la que tenía todas sus asignaturas en 100, pero no es así.
Esta madre con orgullo público el reporte o boletín de notas de su hijo, pude ver que la calificación más alta fue un 80 en la asignatura de Educación Física, al pie de la foto escribió lo siguiente: Muchas felicidades mi hijo, sabía que lo ibas a lograr.
Esto me conmovió tanto que me traslado a una etapa en mi vida, cuando estaba en Primero de la Primaria, ese año todos los niños de mi vecindario y yo, fuimos juntos a buscar las calificaciones finales del año escolar, todos regresaron contentos menos yo, pues había reprobado por inasistencia y porque aún no sabía leer. La burla de los niños quienes eran mis amigos no me afectaba tanto, pensaba más en lo que me iba a decir mi madre.
Todos llegamos juntos y las demás madres abrazaron a sus hijos orgullosas de sus logros, la mía delante de todos también me abrazo y me dijo: no te preocupes eso es solo una nota, tú eres muy inteligente, el año que viene te ira mejor.
Sus palabras se convirtieron en profecías cumplidas, porque en el siguiente año escolar no solo me fue mejor, sino que también me ascendieron de curso.
Recuerda tus hijos no son una calificación de 70 o 100, tus hijos son más que eso y tú tienes el poder para elevarlos o mantenerlos en el suelo, cada uno da de lo que puede dar, no todos tenemos las mismas competencias.
Construyamos hijos sanos, las generaciones futuras lo necesitan.
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